
Si Dubai, la mayor máquina de hacer dinero sobre la Tierra presume de tener el único hotel de siete estrellas del mundo, Suiza, la opaca caja donde se guarda ese dinero se apunta el tanto de abrir el único hotel del mundo con cero estrellas. 15 huéspedes durmieron por primera vez la noche del pasado jueves en el antiguo bunker nuclear de la ciudad de Sevelen. Además de un negocio de hostelería para los turistas menos pudientes (pasar la noche cuesta entre 6 y 10 euros), el hotel es también el proyecto artístico de los hermanos gemelos Frank y Patrik Riklin. Así, el baño compartido se ha convertido en una fuente con nenúfares y en las pantallas de las paredes se proyectan imágenes del mundo exterior, algo siempre de agradecer durante el invierno nuclear. No en vano, el refugio puede servir como tal en 24 horas, tal y como exige la legislación suiza, que parece dictada por Enver Hoxha.
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